Delicioso, de sabor intenso, aromático y profundo, el chocolate ha logrado encantar los paladares y alegrar el corazón de millones de personas en el mundo.
México fue el país que dio a conocer el cacao al mundo dando origen a uno de los productos más deliciosos: el chocolate.
Los olmecas (1500 a 400 A.C.) fueron los primeros en cultivar el cacao en México. Luego se extendió a la civilización azteca (1400 A.C.) y a la maya (600 A.C.). La vaina del cacao era para estas culturas más valiosa que el oro, la usaban como moneda de cambio para el trueque, y su consumo estaba reservado al emperador, a los nobles y a los guerreros.
Este tesoro ancestral era un símbolo de abundancia y se usaba en rituales religiosos dedicados a Quetzalcóatl, Dios Azteca portador del cacao a los hombres, o a Chak Ek Chuah, el santo patrón Maya del cacao; o en los funerales de las élites como ofrenda.
Cuando Cristóbal Colón llegó a América en el siglo XVI, los indígenas tomaban el conocido “xocolatl» una bebida con un fuerte sabor que producía gran vitalidad y energía. En esa época su cultivo en nuestro país abarcaba desde la provincia de Tabasco, hasta Michoacán, Colima, Chiapas y Campeche.
Al llegar Hernán Cortés a México en 1519, logró que los aztecas le cambiaran oro por cacao, metal indiferente para los indígenas en aquella época. Y los españoles adquirieron la costumbre de consumir la bebida de chocolate al igual que los aztecas, solo que ellos le agregaban azúcar.
En una de las cartas que Hernán Cortes le envío a Carlos V le aseguraba que bastaba una taza de “xocoatl” para sostener las fuerzas de un soldado durante todo un día de marcha. En 1528 Cortés regresa a España con un cargamento de cacao, además de las recetas y utensilios necesarios para su preparación.
Por mucho tiempo el chocolate fue exclusivo de España y estaba reservado a las clases sociales privilegiadas. Sin embargo el contrabando, los visitantes de la corte española, las capturas de navíos que volvían de México, fueron algunos de los hechos que permitieron que el cacao llegará a otros países. En Francia se introdujo en el año 1615 gracias a la unión real de Luis XIII con la princesa española Anne de Austria. En 1646 llegó a Alemania, y en 1657 a Inglaterra, en donde se abrieron salones de degustación como el “Cacao Tree” y el “White´s”. En 1659 se abrió la primer fábrica de chocolates en Paris, y en 1697 un suizo probó el chocolate en Bélgica y lo llevó a su país de origen en 1711. El cacao también llegó a Austria por medio del emperador Carlos VI. En 1720 las chocolaterías italianas fueron aclamadas por su gran calidad. Y recién en 1765 el chocolate fue descubierto por los estadounidenses, cuando eran una colonia de Inglaterra.
Con la invención de una máquina hidráulica que podía moler las semillas de cacao en una pasta, creada en 1776 por el francés Doret, comenzó la producción de chocolate en grandes cantidades. Así fue que en el año en 1780 se abrió la primera fábrica de chocolate en Barcelona, España; después en Alemania y Suiza. Y en 1828, el holandés Conrad Van Houten inventó una presa que le permitió extraer la materia grasa, la manteca de cacao, quedando el polvo de cacao que conocemos hoy como cacao amargo. En 1847 Inglaterra propone por primera vez el chocolate de forma sólida.
Los suizos, ante la posibilidad de perder el liderazgo en la producción, durante la década del 60 introdujeron sistemas automatizados que requirieron grandes inversiones para elaborarlo a gran escala manteniendo la calidad del chocolate.
El día internacional del chocolate tiene un origen esencialmente anglosajón, pues es el natalicio de Milton Hershey, el estadounidense fundador de The Hershey Chocolate Company, una de las empresas más grandes dedicadas a la producción chocolatera. Sin embargo, también un 13 de septiembre nació el escritor británico Roald Dahl, autor de Charlie y la Fábrica de Chocolates, la novela que Tim Burton llevó al cine.
Nuestros antepasados conocían ya las virtudes que tiene el cacao en nuestro cuerpo y mente. Hoy en día está científicamente comprobado que su consumo, además de ser delicioso, provoca la sensación de bienestar, protege las células contra el envejecimiento, aumenta el rendimiento mental, y mejora la salud cardiovascular.
Así que este 13 de septiembre, es una excelente oportunidad para honrarlo en diferentes platillos y postres. Te invitamos a leer la receta sorpresa que preparó nuestro el chef Walfisch. ¿Te la vas a perder?